Claves para alcanzar nuestra mejor versión personal

Luis Huete es profesor en IESE Business School. Asesor de empresas ubicadas en España y Perú para temas macroeconómicos y de estrategia corporativa, desde 1996 participa de manera activa en consejos asesores, como el de Amrop España, y es embajador de marca en empresas, instituciones y asociaciones de diversos sectores.

En este artículo, nos da las claves para mantener el mando sobre el timón de la vida a pesar de los envites usando el “modo crecimiento”, un aliado para hacer posible nuestra mejor versión personal.

Luis Huete

Instalarse en modo crecimiento

El modo crecimiento es el modo de vivir en el que se mantiene el mando sobre el timón de la vida a pesar del envite de las olas. Es el modo en el que las dificultades son un aliado para hacer posible la mejor versión personal.

 

El modo crecimiento exige simultanear períodos de alto rendimiento con otros de renovación, como son las vacaciones, los fines de semana y el tiempo libre, si se utilizan para recargar la energía física, intelectual, emocional y espiritual.

 

Hay un sabio consejo que sugiere vivir con alma, pero con calma. Darlo todo, pero también parar, precisamente para saborear lo bueno de cada día e ir reparando lo que no acaba de funcionar.

 

Vivir en alto rendimiento es algo que se siente: energía, optimismo, foco en lo importante, positividad, sentido del humor, actitud colaborativa, flexibilidad, ilusión por el futuro. Y vivir en renovación también se siente: receptividad, centralidad, relajación, creatividad, paz interior, autoestima, interés por las cosas… Ambos modos de vida no son disociables a largo plazo; se retroalimentan y se necesitan para poder perdurar. ¿Disfrutas de esos momentos de alto rendimiento y renovación?

 

Porque el modo renovación es el que permite regenerar la energía personal que se desgasta en el día a día. Hay cuatro fuentes para recargar esa energía. La primera es la energía física, que incluye el ejercicio aeróbico, la musculación, los estiramientos, la comida sana y el descanso. La segunda es la energía intelectual. La dieta intelectual es a la mente lo que el ejercicio es al cuerpo. Por eso es tan recomendable saborear la lectura, escribir, aprender idiomas, escuchar música y otras actividades que conlleven mover las neuronas.

 

También es oportuno tener un enfoque que permita recargar la tercera de las energías que es la emocional. El objetivo es saber querer más y mejor. Se ejercita disfrutando y haciendo disfrutar, con un ocio sano, en familia, con amigos. La energía emocional ayuda a tener más cantidad de vida. Por el contrario, la calidad de vida depende más de la cuarta fuente de energía, que es la espiritual. Esta energía permite encontrarle sentido a la vida, tener una mirada más holística de la realidad y filtrar las sensaciones, quedándose con aquellas que tienen sentido. Permite decidir con más sabiduría y discernimiento para, entre otras cosas, ser más selectivo con las sensaciones y el sentimentalismo, descartando aquellas que sean autolesivas.

 

Sin inversión de tiempo en estas cuatro energías no hay alto rendimiento ni modo crecimiento que sea sostenible en el tiempo. Y, lo que es peor, se pone en riesgo el mejor fruto del modo crecimiento: las aportaciones al bien común.

 

Invertir en el talento necesario para instalarse en el modo crecimiento trae muchos réditos. Parte de ese talento se llama sabiduría, que no es otra cosa que el conocimiento que da sabor y calidad a la vida. Si tenemos el talento de instalarnos en modo crecimiento multiplicaremos esos mismos talentos y reduciremos la posibilidad de vivir en modo bloqueo. Con ello tendremos (casi) asegurada una travesía por la vida apasionante y apasionada.